¿Que los mexicanos no podemos?*

Como en muchos otros casos la historia migratoria de Ricardo empezó con la experiencia previa de su padre que fue trabajador bracero en la época de las contrataciones. De ahí que él a los 21 años se decidiera a ir al Norte, más que a hacer fortuna y trabajar a probar suerte y aventurear.

Los primeros años fueron de desvelada y se pasaron entre coches, drogas, bailes y muchachas. Todo era nuevo y diferente. Pero entre la vorágine seguía firme la obsesión por volver, por hacer algo. Y durante 15 años empeñó su vida y esfuerzo hasta lograr las condiciones necesarias para un retorno exitoso. El trabajo le permitió comprar una primera propiedad y esta otra y así sucesivamente. Pero así como compró, un día de pronto vendió todo y regresó, su meta había sido cumplida.

Aquí en México pudo realizar un sueño acariciado a lo largo de muchos años: estudiar. Sus ahorros le permitieron vivir cómodamente y sus estudios y natural sagacidad para los negocios le posibilitaron ganar dinero de la manera más fácil y arriesgada: la inversión y especulación en la bolsa de valores.

* Entrevista realizada por Héctor Hernández en Guadalajara, Jal., en septiembre de 1992.


En el pueblo no tenía contacto con emigrados, tenía 18 años y la gente emigrada era en aquel tiempo de los 40 para arriba y, ya casados, buscaban el sostén para sus hijos, era muy extraño encontrarse jóvenes migrantes, después, cuando se empieza a hacer más popular el Norte, o haber más facilidad, entonces los padres ya se van con los hijos, o los hijos de coyotes, o los hijos de los trabajadores del pueblo se van por su cuenta, ya empieza a haber más arranque de la juventud; antes era más dependiente, es por ahí como en los 70's cuando empiezan a irse jovencitos, hijos de emigrados o amigos que van allá.

Me fui al Norte porque me llegó la edad para arreglar migración, a los 21 años, la tienda de abarrotes que tenía en el Valle la vendí, saqué un buen cliente, vendí la mercancía y el local, que era de mi jefe, se rentó, después de un tiempecito se vendió.

Cuando recién llegué a Santa Mónica había un lugar donde trabajaba gente del pueblo, era una empresa que se dedicaba a mantenimiento de jardines, tenía muchos del Valle, mi papá ahí trabajaba, se levantaba a las 5 de la mañana, pasaban por él, se iban a los Angeles, Hollywood, ahí trabajaba, más que nada, la gente que no tenía preparación, les daban unas friegas tremendas porque los llevaban a las 8 de la mañana y los traían a las 8 de la noche, era gente que no podía conseguir trabajo de más calidad por su preparación o su edad, el jefe de ellos era del Valle, no recuerdo desde cuando estaba en Santa Mónica.

Mi papá se fue de bracero unas tres o cuatro veces, por ahí como el 48, yo tenía como unos 3 ó 4 años, él unos 50, pienso que le fue mal, se fue porque en el rancho había nada más trabajo de junio a octubre, tiempo de la cosecha, hasta que se corta la hoja, en octubre se van y vienen de vuelta a sembrar, venía con una feria ahorrada y cuando se le acababa se regresaba de nuevo, en esos días vivíamos en un rancho, el Tortuguero, que le había dejado su papá, originalmente era grande, pero como eran 5 hermanos les quedó un pedazo a la hora de repartirlo, como nosotros éramos 8 de familia con la yunta no nos sosteníamos, él arregló migración en el 50 o 55, lo hizo por medio de un patrón, que lo quería mucho, le dio la carta de sostenimiento.

Llegó a Santa Mónica por los 50's, pero antes había trabajado pizcando algodón, en ese tiempo los contrataban nomás por temporada, inclusive nos traía algodón para presumirnos, porque se sentía orgulloso de hacer eso, cuando llegó a Santa Mónica trabajó de jardinero, todo el tiempo se le veía con talache, haciendo agujeros para árboles, plantando zacate, podando, todo el tiempo le tocó el jale muy duro, lo que era de pico y pala, duró mucho porque estaba adulto y no podía buscar trabajo, ahí se pensionó a los 62 años, después lo metí a trabajar conmigo en la fábrica de muebles, pero no más de medio año, lo ponía a limpiar muebles, barrer, primeramente quería ayudarlo y segundo por su edad y su ignorancia no podía estar sin trabajar, se ponía nervioso.

De mis abuelos desconozco para donde fueron, lo que se es que mi madre una vez me enseñó una foto y me dijo:

- Mira, esta tiene el sello de cuando fue mi madre a California. Mi abuelita se ve en la foto bien joven y elegante, siento que tenía billetes porque trae un gorrito de esos muy elegantes, y por la ropa, todavía mi jefa tiene un cuadro que lo amplificó, se ve una señora, !hijo de la fregada!, que tenía billetes, a la mejor nada más fue de pachanga o a la mejor sus padres se la llevaron para allá un mes o dos, eso lo desconozco, si viviera tendría ahorita como unos 108 años, murió hace 4.

Mi mamá siempre se dedicó al hogar o a vender costura, ella, como todas las mujeres de pueblo, salía, en cuanto daba de comer, a la banqueta y se ponían a coser, por ahí tenía quien le comprara lo que hacía, inclusive recuerdo que fue una vez a México a vender, pero no fueron muy constantes sus idas, como que nada más a veces vendía o de repente visitaba a unos parientes de mi padre, no podía trabajar porque éramos 11 hijos, por eso, más que nada, se dedicó a cuidarnos y a cobrar el cheque de cada mes que nos mandaba mi padre. No conocía el Norte porque se fue hasta el 64, junto con ella se fueron todos mis hermanos: 4 muchachitas y un niño, como eran menores se los llevó en paquete, nomás yo me quedé.

Mis abuelos paternos no fueron nunca porque eran gente más jodida, que de rancho no salieron, inclusive no vivieron muchos años.

Cuando mi padre empieza a irse de bracero nos cambiamos al Valle a vivir, yo tendría unos 6 años, porque me acuerdo que llegué y entre a la primaria; el rancho donde vivíamos ahorita está muy solo, nomás empezó a irse la gente al Norte y lo dejaron solo: lotes vacíos, casas caídas, derrumbadas, todas las tierras enzacatadas, no hay quien siembre, así empieza el campo a destruirse.

Antes de irme, en el pueblo ya era famosa la fábrica Olga, se oía que había mucha gente trabajando, se corría la voz de que tenía muchos empleados de los Altos y del Valle, que había muchos paisanos que eran trabajadores de confianza, y estos, al igual que yo, empiezan a meter paisanos, nunca llegué a entrar porque no estaba contactado con los que trabajaban ahí.

En estados Unidos tenía varios tíos y parientes por parte de mi madre y de mi padre, tenía, a lo mejor, unos 50 parientes entre primos hermanos, segundos, tíos, primos, tenía con quien relacionarme, aparte de que me iba a misa todos los domingos, no por la religión, porque dejé de ser creyente cuando empecé a independizarme, por cierto, nunca tuve problemas con mis jefes porque nunca lo discutimos, nunca se dieron cuenta porque nunca trataban de decirme: vete a misa, nomás me decían que me cuidara mucho y hasta ahí, ahora ellos siempre me dicen:

- Oye Emilio, tus hijos ¿que pasó?, cuando hacen la primera comunión.

Cuando pasa eso les damos la suave, los llevamos a la iglesia y esas cosas, les damos una cierta tranquilidad para no meternos en broncas, están todos bautizados, pero nomás por la familia; por eso iba a la iglesia: por las conexiones y contactos que se hacen, por que ahí va toda la raza, así fue como empecé a tener un ambiente de gente conocida; iba al templo de Santa Mónica, no recuerdo cómo se llamaba, estaba en la colorado y la 20, daban misas en español para todos los latinos y ahí encontrabas gente de Tepa, del Valle, Jalos, Zacatecas, pero lo más común era la gente de Los Altos.

El primer trabajo que tuve fue en una joyería, sólo duré 3 meses porque pensé que ahí nunca iba a progresar; entre ganando l.15 y siempre hice lo mismo: cortar, fundir y pulir el metal. Del Valle nomás estábamos mi carnal y yo en ese taller; en ese tiempo el era el mayordomo, ya estaba emigrado.

A lo más que pude llegar fue a 2 dólares la hora; por eso busqué otro trabajo, logré conseguir uno en Gardina, hacían partes para avión; entré como ayudante, era el encargado de preparar las mezclas, había muchas, mucho que aprender, cuando lo hice me dieron el puesto que viene a ser entre ayudante y mayordomo, también fui el encargado de transportar a la gente, a los dos meses de haber entrado, pienso que fue rápido por que no estaba tan maneado, además de que tenía primaria y era bueno para las cuentas y para todo lo de preparaciones de medir, porque tenía la experiencia de la ferretería y abarrotes cuando trabajé en mi pueblo, tenía más preparación que ellos para hacer las pastas y las resinas, por eso me dieron ese jale, nada más me dijeron:

- Ahora tú vas a preparar todas las pastas, todas las revolturas, y vas a encargarte de una camioneta, para que toda esta gente que viene a trabajar la traigas y la lleves.

Todos eran de Santa Mónica, el patrón era un italiano buena onda, compró la camioneta para que todos fuéramos puntuales, claro, también a él le convenía.

En ese tiempo tenía mi carrito, un 55, ford convertible, tenía un pájaro loco pintado, los demás también tenían el suyo, antes de que el patrón comprara el carro nosotros nos turnábamos cada semana a ver a quien le tocaba el raite, pero de repente alguno fallaba y andábamos ahí pateando, el patrón vio el problema, compró la combi y me dijo :

- Ricardo, te la llevas para tu casa, te levantas tempranito, los levantabas y te los traes, de aquí te los llevas de vuelta. Eramos 30 empleados y vivíamos en Cantón, Gardina, Long Beach y Carson.

La mayoría venía de Tepa, del Valle, Acatic y Guadalajara; yo entré a ese trabajo porque me recomendó gente del Valle, la mayoría provenía de ahí, por eso la misma gente se recomendaba. Todo iba bien hasta el día en que agarré la combi, la gente que tenía mas tiempo trabajando le dio envidia y empezaron a hacer política, a tirarme fregadazos, a sacar chismes:

- Pues que Emilio anda con la camioneta borracho, trae cervezas y la fregada.

Esto provocó que el patrón me empezara a apretar, a agarrarme cierta desconfianza, hasta ahora me doy cuenta que la gente que va para allá es la gente más ignorante, y no puede en veces progresar, y no lo hacen porque no tienen preparación, es gente que a veces ni firmar puede, por eso la única manera en que pueden progresar es haciendo política para fregar, quemar a los demás, por eso así no podía el patrón confiar en ellos, en mí a la mejor vio esa posibilidad; cuando empezaron con sus habladurías ya no hallaba ni por donde cuidarme, había veces que llegaba y me hablaba el patrón: que esto o que la fregada; todo el tiempo me estaba hablando porque me estaban quemando, empezaron a descomponer partes, a no producir adrede, todo eso me empezó a afectar, por eso me entró el coraje, porque el patrón les creía; fue cuando le dije que quería un aumento, no me lo quiso dar, incluso hasta me dijo que si quería podía renunciar, ahí ya no aguanté, le dije que entonces tenía que pagarme el tiempo extra que me debía; ese fin de semana me da el cheque y me corre; me dio tanto coraje que al siguiente lunes me lanzo al seguro social y denuncio que no estaba pagando el tiempo extra a sus trabajadores, van a investigar y a todos les pagaron.

Me quedé solamente tres días sin empleo, como tenía muchos contactos ellos me recomendaban, fue así como entré a trabajar a una fábrica de muebles para oficina, la empresa se llamaba Haipers, mi primer puesto fue de cargador y eran unas friegas, cargábamos trailers todo el día sin parar, trabajaba hasta 12 horas diarias; cuando entré tenía un año de ir a una escuela de inglés, cuando salía de trabajar me iba a la escuela, empecé a ir de vacilada, pero me aguanté un par de años en la Beny High School, por eso cuando llegué ya más o menos hablaba inglés.

Eso era muy importante porque había que tratar con chóferes, que por lo regular son americanos o negros, así fue como empecé a practicar mi inglés, manejar órdenes, entregar por mi cuenta, ya una vez que empiezo a hacer esto comencé a agarrar turnos completos, por cierto, la mayoría de los cargadores eran mexicanos, de El Salto, muchos tenían la experiencia pero no sabían el idioma, yo sabía lo necesario como para entablar un diálogo con el chófer, pero esto tampoco estuvo rápido, tuve que trabajar un par de años para que me empezaran a dar órdenes, desde ese momento ya entraba como ayudante de mayordomo porque me decían:

- Tu agárrate 5 gentes y este bonche de órdenes que van a Washington o a Holywood y a cargarlo.

Lo que buscaba siempre era aprender para ir progresando, por eso cuando me dan el puesto de ayudante le pido a la empresa que me deje sacar mi licencia para manejar.

Como ayudante trabajaba de día y, a veces, en la noche me aventaba viajes para San Diego, Los Angeles, Arizona y San Francisco, esto fue a los cuatro años, me rayaba feria extra, ganaba como ayudante 7 dólares la hora, allá en los 70's, sin contar los viajes; pero empieza la empresa a crecer y tuvo que cambiarse de edificio, se mudó a Torrance, fue cuando hicieron turnos de día y de noche, el mayordomo con el que trabajaba se quedó de día y yo, como ayudante, después de dos años, me ponen de mayordomo en la noche, encargado de todo el departamento y, en el día, de repente, daba viajes; como mayordomo ganaba 10 la hora y tenía otros beneficios, porque daban bonos cada año, además estaba en un programa donde nos repartían las ganancias, en ese tiempo ya era papita, pues nada más me la pasaba en la oficina con mi cafecito checando todo.

En producción no había muchos gringos porque corrían rápido, uno de mexicano es más trabajador, ellos no aguantaban la carrilla, como se trabaja en línea, en las que no podía pararse, entonces el gabacho no podía trabajar igual que los mexicanos; por lo regular eran casi puro de El Salto y del Valle, por toda la empresa seríamos como unos 300, entre documentados e indocumentados, en ese entonces había muchos sin papeles, en aquel tiempo te pedían la mica pero tu la comprabas en 25 dólares, la presentabas, el patrón sabía que era chueca pero el con eso se amparaba porque le convenía.

En la fábrica no hacía viajes largos porque no podía dejar la bodega sola muchos días, nomás ida y vuelta, sólo una noche, desde que empecé a ser chofer hacía solo viajes locales, 3 ó 4 por semana, eso para mi era un aliviane fregón, porque con eso libraba el abono de la casa o en el mejor de los casos significaba ahorro para comprar propiedades.

La primera vez que compré fue coincidencia, cayó una vecina anciana que tenía 12 departamentos en venta, estaban en Inglewood, al principio me dio temor, había pensado comprar una casa pero no 12 departamentos, para mi familia era mucho ese salto, pero la señora me convenció y nos pusimos de acuerdo en el enganche, el precio y el interés.

Pedía en ese tiempo 76 mil dólares, yo le ofrecí 70, y 4 ó 5 mil de enganche, endeudarme con ella y no con el banco, pagarle de interés 7% y no el 9% anual, le hice esa proposición y aceptó, me quedé temblando, pero pensaba:

- Al cabo nada tengo, qué pierdo.

Así me metí, allá por el 71 o 72.

Cuando los compré estaban ocupados por puros gabachos, los compro confiado en las rentas que iba a recibir cada mes, cuando voy el siguiente mes a cobrar estaban 5 vacíos, los americanos que ahí vivían no quisieron que fuera el dueño y se salen de un fregadazo, solo dijeron que no iban a pagar porque se iban a cambiar, eso me sacó de onda, porque ya no podía cubrir los abonos, lo que hice rápidamente fue pintarlos, limpiarlos y rentar rápidamente, los renté a los 15 días, de preferencia a mexicanos, y fue así porque sabía el idioma, había confianza y diálogo, había más modo de entendernos, y como quiera, el mexicano es más honesto o menos tranza, porque la gente de acá no quiere broncas lo que quieren es trabajo.

Desde que los compré me enseñé a poner tuberías, azulejo, inodoros, vidrios, a veces batallaba, pero en Estados Unidos te venden todo ya listo, solo para poner, tuve que hacerlo porque si pagaba por todos esos servicios no sacaba ganancia, me ahorraba un dineral tremendo, al año no había ningún americano, puro mexicano.

Al año ya veo ganancia, me quedaban 300 dólares por mes libres, como mayordomo 1,200, a los 2 años ahorré y compré 6 departamentos más, estaban en una área más limpia y más cara, lo hice porque me sentía mas seguro para hacerlo, ya tenía una base, tenía mi capital con los 12 departamentos, mas los 6 que compré y con mi empleo, trabajaba día y noche.

En esos días era algo así como mayordomo general, pero no estaba aceptado por todos, había muchas políticas, mucha grilla, muchos que querían mi puesto me envidiaban; tenía problemas con gente de El Salto, de Acatic, Del valle, gente que no había podido subir como yo, y quería hacerlo a fuerza de puro quemar; esto fue por el 75, así empezó la cosa: llegaba a tal departamento, daba la orden y les daba coraje, de repente no lo hacían o lo hacían tarde, los mexicanos son malinchistas, a un gringo le decimos okey, o como no, y en cuanto me dan el puesto empieza la carrilla, así fue subiendo la bronca, hasta que una vez sacaron conque estaba dándole a mis trabajadores chance de que tomaran cerveza, o que flojeaban mucho, que la alarma no la ponía bien o que un troque salía vacío, y todo por culpa de ellos, hasta que me dice un superintendente:

- ¿Sabes que?, estas corrido.

Era un gringo que tenía bien chiqueado a uno de los que querían mi puesto, era de El Salto, pero no tenía nada de preparación, tanto le llenó este chavo a aquel señor de que no convenía, que dejara el puesto y la fregada, fue cuando me corrió, para ese entonces ya estaba hasta el cuello de tanto problema, porque trabajaba mucho en la empresa y en mis departamentos, a veces pensaba retirarme, pero no lo hacía porque tenía trabajando muchos años y veía a la fábrica como mi casa, todo esto fue en el 78, en ese tiempo ganaba más que muchos que tenían hasta 20 años, solo en los departamentos ganaba casi el doble de mi salario; llegó un punto en que la empresa no me hace mucha falta, además que no podía con la empresa y los departamentos, pero como no tenía valor para renunciar, aprovecho cuando me dice ese señor que estoy corrido, era lo que esperaba, llegué a mi casa y le digo a mi esposa:

- Me corrieron, ¡hasta que por fin escape!.

Me dio un gusto tremendo, hasta me eché un vino para celebrarlo, ya no fui a hablar con el patrón pero si a cobrar mis 40000 dólares porque me corrieron, tardaron 5 meses para pagarme y duré un par sin trabajar.

Me metí a una mueblería, de un gringo, donde querían gente que entregara muebles, me daban 10 dólares por viaje, quedaba en Inglewood, cerca de mi casa, en esos meses me enseñé a conocer todos los muebles y todas las fábricas; después, enfrente de mi casa, renté un local y lo llené de colchones, sofás, comedores, recámaras y empecé a vender, era una mina ese negocio porque ya sabía donde comprar y como vender, así me metí a ese negocio, por lo regular le vendía a negros, se llamaba Ciénega, fue un negocio tan bueno, se vendía tanto, me ganaba 100 que 200 o hasta 300 diarios, atendía mi negocio de 10 de la mañana a 6 de las tarde, y los departamentos en la mañana, mandaba a mi hijo a que sacara la basura, a mi esposa que cobrara las rentas; cuando pensé en la mueblería la puse nomás como un capricho de mexicano hacia los gringos, empecé a investigar cómo hacer; como pedían los mismos trámites que los americanos dije:

- ¿Por qué no hacerlo?.

Lo hice, pues sentí que tenía los mismos derechos, estaba sin trabajo y además conocía el ramo de los muebles, pero, más que nada, me sentía orgulloso de hacer un negocio mexicano, porque en aquel tiempo todos los negocios eran gringos y japoneses, pensaba:

- Bueno, ¿que los mexicanos no podemos poner un negocio?

Y es que allá el miedo a lo desconocido te hace que ni siquiera le busques, le rasques para progresar, ahorita no, porque ya hay otras condiciones, en aquel tiempo lo que tu ponías lo vendías, es un país donde la gente todo te compra y todo vende y todos pueden negociar, es un país de puro mercantilismo.

En ese tiempo era muy peligroso tener un negocio porque seguido había asaltos, había mucho crimen, todo el tiempo andaba con mi pistola en la cintura, si veía que entraban ahí gentes muy mal encachadas tenía que enseñar la pistola, si llevaban la intención, se calmaban, pero vi que era mucha tensión y mucho peligro. Un día llegan unos chavos negros, uno de ellos saca una pistola y me la pone en la frente, me dice:

- ¿Sabes que?, la feria o te vamos a mandar a la fregada.

Me voltean boca abajo, me amarran los pies con las manos y empiezan a empujarme, me preguntan:

- ¿Dónde esta la feria hijo de la fregada?

Se llevaron solo 365 dólares, cuando se fueron me solté como pude, fui a la casa y le comenté a mi esposa, como vimos que podía suceder de nuevo optamos por vender el negocio, además de que ya no había necesidad, pensamos en regresar a México a vivir; me siento con mi señora a platicar y le digo:

- ¿Sabes que?, ahorita en México está bueno el interés, tenemos tanto dinero - para eso ya había recibido de Harper's los 40000 dólares que me debían, tenía además un ahorro, ahorraba fácil 5000 por mes, de la mueblería y de los departamentos, me traje un buen capital, entonces dijimos -, tengo buena feria, tengo a mis 4 hijos, estamos jóvenes.

Para eso, un poco antes empecé a buscar quien comprara mi mueblería, logré alguien que me agarrara el negocio y lo traspase, fié una parte y no me la pagaron porque me vine para acá, cargué mi van con un viaje de ropa, trastes, y me vine con un amigo, la vacié, me fui de vuelta y me vine con mi esposa y mis hijos, llegué y luego renté una casa, mientras encontraba una en venta, empecé a meter mi dinero al banco, en ese tiempo estaba el interés más o menos atractivo, dejé allá mis departamentos y mi casa encargados, mi casa la renté, pero no funcionó y empecé a hacer planes para ir a vender, fui y puse en venta unos departamentos, me vine y de aquí hice todos los movimientos con mi agente de ventas de allá, una vez que me dio una buena oferta la firmé y me traje el cheque de los departamentos, solo vendí 12 en el 84.

Cuando regreso a México me quedo en Guadalajara con la intención de estudiar; mi proyecto era llegar y rápido ponerme a estudiar, para esto me vine, renté una casa y me metí a estudiar en INEA secundaria abierta, terminé en un año, enseguida hice trámites a la Universidad, para la prepa normal, me la eché en 3 años y después la facultad.

Me puse a estudiar porque cuando veía allá que tanta gente de mi pueblo se recibía, compañeros míos ya eran actores, licenciados, contadores, con posibilidades de hacer una carrera, entonces me decido, llegando aquí me inscribí y tardé un mes, cuando mucho, para meterme a estudiar. Duré 9 años, en la prepa me interesó Filosofía y Letras, en esa época estaba la crisis de moda y, bueno, si venía a este país con crisis tenía que entenderla para que lograra sobrevivirla, estaba la crisis muy de moda en México y, bueno, me metí a humanidades para entender cosas históricas, políticas, económicas y sociales.

Sociología, primeramente me informé que era lo que abarcaba, entonces me di cuenta que tenía todo un paquete, un mosaico, es decir histórico, político económico y social, y eso es lo que yo necesito en el medio, todo un compendio de la sociedad, también porque llegué a un país en crisis y tenía que entenderlo para saber donde andaba pisando.

Cuando me vine del Norte, al tercer o cuarto mes, me di cuenta que ya no era igual, que ya iba a irse acabando la propiedad que había dejado allá, había más broncas, estaba más descuidada, iba a empeorar cada día, vi que ya no era negocio, empecé a hacer planes para ir a cotizar precios y agarrar un agente de ventas, tardé para venderlas un año más o menos, vendí unos departamentos, después la casa la renté; la quería dejar porque era una casa muy bonita, muy grande, muy céntrica, tenía en ella mucha ilusión, me gustaba mucho, la renté y cada vez que iba estaba el zacate muy descuidado, los pisos, la alfombra muy descuidada, estaba muy fregado el jardín, ya no pagaban la renta a tiempo, finalmente, el que la rentaba se salió sin pagarme y, yo de aquí a allá no podía rentarla, mi hermana no conocía mucho de negocios como para agarrar un buen rentante de casa, entonces se quedó un tiempo vacía; se metieron, seguro unos negros, le prendieron un cerillazo, me hablaron que se había quemado, como había aseguranza, me la reconstruyó, quedó íntegra, bien bonita, de vuelta la renté mientras la vendía, duré unos 2 ó 3 años para vender todo junto.

Cuando me desligué de eso invertí aquí, por eso nunca he trabajado, me he mantenido de los bancos y de la Bolsa, mi trabajo aquí es estudiar, claro, tengo que estar llamando a la bolsa, ir a conferencias, mesas redondas para discusiones, no puedo desligarme, pero siento que no trabajo, pero sí tengo que estar al pendiente de como va la cosa, para entrar o salir, o que compro o que vendo, el estudio fue para mi una actividad que agarré como trabajo, de decir, voy todos los días a la escuela 5 horas.

Del dinero que me traje, en el 82 tuve pérdidas por lo de la devaluación, vengo en el 81 y estaba a 25 pesos el dólar, en el 82 brinca a 50 rápido, en poco tiempo a 100, en poco tiempo a 200, estuve toreando mucho el dinero, se me estaba partiendo cada día por mitad, no perdí porque andaba nomás toreando intereses, negociando con banqueros, con la bolsa, en la que tuve la suerte de taparme la crisis económica y sacarle provecho.

No troné porque tenía experiencia, como desde joven tuve una frutería, que eché a perder, y una de abarrotes, que me levanté, después tuve negocios en California que administraba, ya más o menos hacía cuentas, cálculos de como se daba mejor, también sabía negociar, comprar barato, vender caro, ya tenía una idea de como sacarle provecho a la feria, y aquí, en cierto modo, caí a un país extraño, porque estuve fuera 15 años, pero traía un conocimiento del aspecto económico y aquí, con gente desconocida, era un país que no conocía, pero la economía medio la manejaba.

Así me la pasé todo el tiempo, negociando en la banca, con asesores de la bolsa haciendo buenos tratos, que afortunadamente me salieron bien.

Recién que llegué fui a los bancos y empecé a ver como estaban funcionando, enseguida empecé a buscar más alternativas, en un tiempo si compré dólares, pero no todo el capital, tenía una parte nada más como reserva, porque, aunque estaba aquí y tuviera cierto conocimiento, siempre me sentía en peligro, tenía parte en dólares, coqueteando nada más, pero ya que agarré cierta firmeza con la economía, que pude manejarme sin miedo el nivel económico, me quité de dólares y me metí a puro mexicano nomás.

De bienes raíces compré por ahí unos lotes, unas casas, pero no con el fin de negociar, sino porque me gustaban, les compré a mis hijos unas casas y me compré un departamento, nomás porque las veía de oportunidad, se me hacían en buen lugar, me gustaban.

También el rancho lo compré, por que a mi Guadalajara me gustaba pero para estudiar nada más, quería algo fuera, en cuanto aquí tenía tiempo me iba corriendo a mi rancho, tengo unos seis años con él, es una hectárea nada más, pero está todo muy completo.

Yo tripliqué, a pesar de que la crisis me dividió muchas veces, lo hice porque andaba nomás buscando, no haciendo tranzas, negociaba con grupos financieros, he sido accionista de muchas empresas; compraba de teléfonos y las vendía, compraba de cementos y las vendía, ahorita tengo de unos y mañana ya no, todo el tiempo estoy cambiando acciones, nomás estoy cuidando cuales están de moda; he tenido de cementos, Vitro, Comercial Mexicana, Gigante, Coca Cola, de todas mas o menos he tenido, pero no es ningún orgullo porque las tengo y las vendo, las tienes, ya subió, las vendes y a la chingada, para mí no tienen ningún valor, sean de quien sean; ahorita tengo del grupo Alfa, Vitro, Gigante, cementos, también compré de Serfin; todo el tiempo me respaldo, porque siempre de individual me hacen garras.

Me he dedicado solamente a la bolsa porque no quiero broncas, si quisiera hacer billetes ponía una empresa, pero para mi son bronconas: tengo que lidear con sindicatos, trabajadores, con equis, con lo que sea, y además no quiero trabajar.

Me sugerían que comprara un negocio, no quería nada de eso, quería descansar y estudiar, y nunca he querido broncas, lo que sí siempre me la he pachanguiado, conozco muchos cabrones, muchas cabezas.

Cuando voy a bancos y llego a una caja, que de pura chingada no me conocen y me empiezan a decir:

- No, que mire.

- No esté chingando, cambie este cheque por favor.

- No, que oiga.

Esas chingaderas se ven mal, las regaño, porque en los bancos llega alguien con traje y luego luego se le hincan, y yo llego todo el tiempo con levis y botas y en camiseta, llego y luego me quieren ver menos, les hecho chingadazos, nunca he tenido tacuche, porque hasta el día en que me gradúe lo pedí prestado.

En el banco he creado mucha fuerza, ya llego y se me hincan y la chingada, luego me dicen:

- Que trae, que se le ofrece.

Cuando voy, no pasan ni 15 minutos sin que me atiendan en serio, eso me da gusto, pero no me siento chingón, por ejemplo, una vez que fui a una inauguración de un centro financiero me mandaron la invitación, llegué ahí con mi levis y la chingada, todo mundo se me quedaba viendo, todos con puros y la chingada, yo los mandé a chingar a su madre, estaba con el gerente platicando, agarraba las pinches botanas y todo, fírmale aquí Ricardo, fírmalo aquí en el acta, ahí esta el pinche cuadro con mi firma de que fui de los que inauguró y la chingada, nunca me quiero sentir chingón, nomás me gusta que me traten bien.

Desde el momento que entré al banco y al centro financiero he tenido asesor, en los dos últimos años mis inversiones mas fuertes han sido de muchos miles de millones, sí cuando llegué a México traía medio millón de dólares más o menos, en ese tiempo era una cantidad tremenda.

Desde que estoy aquí, a mi pueblo voy cada fin de semana, en el Valle todos me conocen, todos me tienen respeto. Aún antes de llegar, en el Valle había un poco de fama, de que tenía dinero y propiedades, donde quiera que llegaba me hacían buen, no se me hincaban pero tenía cierta admiración de la gente, porque me veían y quien me conocía a mí de vago de joven y ahora, de casado, me veían con mi buen carro, mis hijos más o menos tranquilos, y sabían que tenía propiedades, sentía que donde quiera me tenían respeto y cierta admiración.

Yo siento que antes era un pequeñoburgués, idiotizado en cierto modo, por ejemplo, cuando en el 68 ni entendí ese movimiento y yo estuve a favor del gobierno; es que allá el sistema gringo te absorbe, te enajenas con sus idioteces, por eso no tenía conciencia como para defender a los estudiantes.

Pero eso no es todo porque te vuelves hasta malinchista, en lugar de defender a los mexicanos defiendes a los gringos, ya no quieres hablar español, si llegan algunos mexicanos les hablas en inglés, o no los quieres tratar, pero para que pase esto ya tienes tiempo allá, tienes tu carro nuevo, teléfono, hablas inglés, ya recriminas a tus propios paisanos; esto pasa porque

vas, de aquí del país, ignorante, no tienes carro, ni ciertas comodidades que allá existen, llegas, de pronto agarras un cheque y con el puedes comprarte un carro viejo, una carcancha que aquí no podría en 10 años, de pronto puedes sacar una televisión a colores, sin dar nada de enganche, ya tienes teléfono en tu casa, entonces ya te sientes en el paraíso, donde quiera que sales esta verde.

Hoy en el Valle tengo más relación que antes, la gente sabe que voy cada 8 días, sabe que fui candidato para diputado federal una vez, saben que fui otra vez aquí en Jalisco, en el tercero, también saben que soy sociólogo, la gente me busca para echar grilla, para preguntar ¿que onda, como ves este candidato? o ¿como ves esta bronca?, como quiera me toman en cuenta, me preguntan, al principio me veían como un simple emigrado que llegó, pero al ver que me metí a estudiar y que ando en la grilla, pero tengo una desventaja, no puedo meterme a la grilla fuerte, porque no me metería al PRI o el PAN, porque soy de izquierda, soy comunista, inclusive saben que soy ateo, estoy identificado como ateo, comunista, de izquierda, universitario, pero también como no me meto en Valle me tienen respeto.

De militante, lo mismo pintaba bardas que blanqueaba, anduve trabajando en todo, me metí, lo mismo en técnico, poner las bocinas en los carros, pegar posters en las calles, pegar con sosa, hacer volantes o a discutir broncas a nivel dirección.

Todo el tiempo anduve en el grupo de Horacio, primero fue el PRS, que fue PMT después, el PTE, también con PRS, nada más hasta ahí; todo el tiempo militante voluntario, si se puede pensar, no me interesa tener ninguna dirección ni cabeza, hemos ido a México, Colima, Nayarit, Michoacán, pero nada más como parte de la bola, fui candidato de izquierda en el 83 ó 84, cuando el PSUM se dividió, candidato por el sexto distrito, que es de Jalos, Teocaltiche, Lagos de Moreno, La Chona, Villa Hidalgo.

Nunca he sido candidato de Valle, y es que lo conozco bien, es pura gente de tradición religiosa, de derecha, y es muy difícil, también es igual en Lagos y Teocaltiche.

Me hubiera gustado el Valle, tenía más simpatizantes, más amigos, pero la gente de los pueblos es muy dura para trabajar en la política, porque no puedes si eres de izquierda, porque se persignan mucho, le tienen miedo al comunismo, le tienen miedo a la dictadura, le tienen miedo al compadre que es del PRI, le tienen miedo al padre religioso, no se puede trabajar en los pueblos.

Nunca me metí en broncas fuertes, una vez en el Valle me quisieron meter a trabajar por lo del agua y el drenaje, pero una vez que vi que la gente medio tenía miedo, no; los juntaba y les decía:

- Vamos a la presidencia.

No querían ir, dije:

- ¿Saben qué?, ahí muere mejor.

Porque si hablaban de quererse juntar para ir a la presidencia, a hacer una petición o una demanda, no se aventaban; no se puede, argumentaban, es que el presidente es compadre de mi papá, es mi padrino, es amigo de quien sabe qué; no había condiciones para trabajar, por eso nunca me interesó el Valle, es mucho desgaste, mejor trabajaba con la gente de la Barca, de Jamay, ejidatarios que tienen más agallas, que son más valentones.

De mi vida en el Norte recuerdo que, cuando era joven, me juntaba con paisanos, éramos unos 5 ó 6, andábamos cada quien en nuestro coche, lo dejábamos por ahí y nos íbamos todos juntos, nos manteníamos al margen de las broncas, a la hora de que en un baile había gente borracha, gente tomada que se peleaba por una chava, o por que querían hacer desmadre, nos salíamos y ahí dejábamos la bronca, nos íbamos para otro lado, porque todo el mundo se peleaba, o ahí no los toreabamos, o de repente un chavo que, a la mejor querían ahí bronquearlo, lo calmábamos; una vez me metí en una bronca, pero nada más de onda, nos fuimos a robar tapas de carro, estaba adentro del carro alguien que traía radio, en cuanto quité las copas lo vi, corrí a mi carro y nos fuimos, llamó a la policía, yo iba manejando, me metí a la calle y estaba cerrada, cuando quería volverme la patrulla estaba atrás, nos llevó a la cárcel, ahí nos amenazó con quitarnos la mica, nomás para asustarnos; tenía unos 23 años más o menos, pero me sentía de 18, porque estaba muy tierno, no más nos metieron un susto y ya; nada más pagamos una multa de 25 dólares, las copas las entregamos; eso sí, recuerdo, cuando andaba en esas ondas, nos íbamos al restaurante a las 7 de la noche a tomarnos una cerveza, de ahí al baile, se acababa a las 2 de la mañana y todavía la seguíamos hasta Oxis Now, en Paula, a robarnos fruta de los fields: mangos, aguacate, naranjas, no dormíamos toda la noche, repartíamos con los amigos que conocíamos, nos amanecíamos, y el lunes a trabajar bien puntuales.

Muchos de los que conocí quedaron en la cárcel, divorciados, unos muertos con sobredosis, unos quedaron locos, otros se murieron de alcohólicos, otros chavos la pasaron bien y los veo y están acomodados, algunos quedaron en el bote. Conocí desde la coca, la marihuana, las blancas, las rojas, las conocí todas y las probé; en ese tiempo era un aliviane, por ejemplo, ibas a un baile y antes de entrar prendíamos un cigarro de mota y lo rolábamos para entrar al baile un poco así, alivianados; en los bailes te encontrabas gente del Valle, de Tepa, Jalos, Zacatecas, Querétaro, ahí nos conocíamos, no había casi chicanos, eran bailes de los babys, de los Solitarios, pura música mexicana, latino, no eran bailes muy alocados.

Por lo regular me juntaba con un equipito que nos distinguíamos por cumplidos en la empresa, ahorrativos, no muy malgastados, pero también nos juntábamos con gente que usaba todo tipo de drogas, pero nunca nos metíamos fuerte a eso, manteníamos la distancia, veíamos el peligro; en lo que a mí respecta, trabajaba tiempo extra todos los días, no salía en la semana mucho porque sabía que tenía que madrugar, los sábados, eso si, salíamos desde las 5 de la tarde hasta que amaneciera el domingo, cada semana era lo mismo, apenas llegaba de trabajar el sábado, trabajaba medio día de tiempo extra, lavaba mi carro, le daba una pulidita, me ponía mi mejor ropita y buscaba a mis amigos, alguien traía la noticia de donde iba a haber pachanga para irnos, a veces por sentirnos fregones nos echábamos afuera un toque de mota, para entrar medio alivianados, eramos como unos 8.

En Santa Mónica o en los Angeles esos bailes eran muy tranquilos, si había pleitos pero no eran muy gruesos, lo grueso era la droga, porque estaba invadiendo a todos los mojados o emigrados, me imagino que así fue porque llegas de un pueblo de Jalisco, sin preparación, de rancho, y en un par de meses tienes para comprarte un carro, entonces quieres andar en bailes, pero tienes que meterte al ambiente, hacerte al molde, fumar mariguana, tomar pastillas, a manejar recio, te absorbe el medio, anduve en eso más o menos unos 5 años, conocí amigos, paisanos, parientes, que andaban en esa onda, que parecía muy sana, todo se veía muy sano porque se movían muy fácilmente, no era gente maleada, sino que se estaba maleando por que era una moda, gente de acá de mi pueblo de repente los veía en los bailes, sabía que eran campesinos, hijos de campesinos, gente humilde, acá los veía pelones, con su barbita y sus pantalones acampanados; muchos de ellos quedaron en la cárcel, otros divorciados, otros idos de la mente, fue una época en la que conocí, viví, y me mantuve al margen, logré sobresalir sin ningún problema.

Cuando llegué al otro lado, como era de rancho, nunca pensé en tener carro o andar bailando rock and roll, o bailando oldis con chavas, bien abrazadito, esto te transforma, pero al mismo tiempo te hunde el sistema, te absorbe, y no estas preparado para eso, yo traje el pelo muy largo, y no recuerdo que lo haya hecho por copiarlos, también tuve barba y tampoco recuerdo que lo haya hecho por copiar a alguien.

Los del Este de los Angeles eran muy violentos, ahí se juntaban todos los chicanos, tenían más recelo por sus barrios, allá sí había pistolas, se mataban, en Santa Mónica no, era una área de México-americanos, de emigrados, aunque vivían pochos no eran muchos, el Este era un barrio de puros pochos donde estaban más entrados a la pachuqueada, a lo fuerte, nunca quise sentirme pocho, conocí cuates que de repente estaban echando inglés y hablando como pochos, queriendo presumir o apantallar, querían ser como ellos.

También había gente del pueblo muy tranquila, que nada más iba a trabajar y no salía a ninguna parte, no se metía en broncas, pero había gente también en el otro extremo, que era desmadroza.

Conocí a solos y casados, gente que se iba sola y vivía arrimada en un cuarto donde vivían 5 o 6, y que con trabajos salía, hasta servía a veces de burla, pero que ahora los veo; nada menos vi a un señor hace 12 días, está supermillonario, gente que en aquel tiempo ahorró, se amarró un poco los pantalones, que no gastaba en cigarros o cervezas, y ahora está viviendo superbien, traen su carrazo, lo que se ahorró ahora lo aprovecha.

También conozco a otros que no han salido del agujero, no vienen porque no pueden completar el boleto del avión, están todavía sin casa propia, hay gente que le va bien y gente que le va mal, solo que hay condiciones diferentes, cuando llegas dices: !híjole¡ con una semana de trabajo compro mi carro; entonces vas añorando un carro; aquí en México sólo los influyentes, a mí el primero me costó 40 dólares, era un Mercuri 49, después compré uno en 75 dólares, un Ford 55, convertible, tuve muchas carcanchas porque nunca tuve para comprar un carro del año, comprar un carro ni en sueños en México, aquí no pasas ni dos meses y ya tienes: le pones adornos, te consigues una chava con tacones, bien peinadita, le quitas la pañoleta y la pones en la antena, para decir que tienes novia, o un rosario de adorno en el espejo, no hayas ni que colgarle para que se vea bonito, que peluche en los asientos, en el volante, adornitos y la fregada.

Venía al pueblo en enero, pero no cada año, sino cada 3 ó 4, la primera y segunda vez vine a los dos años, cuando me casé vine hasta cuando de repente algún accidente de algún familiar, una urgencia, pero de un día para otro nada más, ya de paseo vine cuando pensaba sentar cabeza.

De soltero venía al Valle y convivía con la gente que conocía, amigos, amigas, parientes, claro que por ahí me encontraba algún norteñito que había llegado ese día y hacíamos ambiente, pero eso fue muy poco, porque no venía a México muy seguido, me absorbió el sistema y no podía ahorrar para venir y tampoco tenía ganas de hacerlo, te agringas, ya no estás añorando venir a tu pueblo, como muchos cada año. Por ejemplo, recuerdo cuando fui reserva, como tienes que inscribirte al servicio, te obligan a que te registres, entre los amigos se corre la voz, esta uno al pendiente de cuando toca, me inscribí, para esto sabía que si hablaba inglés me iban a dar más puntos en contra mía, es decir, a ser reserva o para mandarme al Armi, cuando fui hablaba inglés y me hice de los que no sabía, le hice al encobijado, me dieron un año para que estudiara, fui a la escuela por mi cuenta, no porque me interesara ser reserva, cuando regresé a ver mi registro me hice que no aprendí y me quedé como reserva, cuando fui a presentarme ya me sentía medio agringado, y se me hacía en veces hasta un orgullo irme al armi, era un orgullo pero me daba miedo, podría presumir: ¿saben que?, me voy a ir al armi; siempre como que te absorbe el sistema; me dijeron la segunda vez que me llamaron: traiga su cepillo de dientes, su pasta, y un cambio; y yo ya andaba con que me iba a ir, andaba presumiendo, pero por dentro estaba que me llevaba la fregada, !ay cabrón¡, cómo voy a dejar a mi familia, a mis padres, porque estaba soltero y era un sostén para ellos, además les iba a dar un problema, sentía que les hacía falta, los problemas que iban a tener, me presenté como que no hablaba inglés, que no podía contestar las preguntas, que no estaba todavía preparado, me dieron mi carta de reserva nada más.

Cuando volvíamos al pueblo lo que hacíamos era ir a la plaza a presumir el carro, pues un mexicano que llevaba un carro a un pueblo era el foco de la atención, bajabas, con el carro bien quedito, bien lavadito, con tacuche y tejana, ahí esperabas con quien cotorrear, y de repente se echaba su pulque o su vinito, pero no era desmadre, eramos un grupo tranquilo, nos gustaba todo, pero con cierta medida, otros chavos, de los que se les iba la onda de repente, sí andaban buscando que el toque de mota o quemando llanta o el desmadre, pero de repente les sacaban un susto la gente del pueblo, los rurales o los otros amigos que no les gustaba ese ambiente, y se calmaban. Mis cuates se recataban más porque en un pueblo todo se sabe y como que se cuidaban mucho, se protegían porque sabían que cualquiera los conocía, se hacían más santurrónes; en medio de la gente te querías dar más categoría, presumir que ya traías educación y que estabas más correcto.

Cuando me casé fue muy diferente, tuve que amarrarme a un extremo muy fuerte, porque me dediqué a hacer billetes, si tenía un tiempecito se lo dedicaba a mis hijos y a mi esposa, a cuidar mis departamentos, mi trabajo y mis hijos nada más.

Tengo cuatro hijos: 2 hombres y 2 niñas, el más grandes tiene ya 21 años y está en sexto de Ingeniería, el que sigue tiene 18, esta en Contaduría, otra en prepa, tiene 17, y la ultima es una chamaquita que está en primaria; todos nacieron en Estados Unidos.