Esta es
la Historia de Acá del Norte*
Baudelio
Rosas es originario del poblado michoacano de Ayala, que está enclavado
en la meseta tarasca, zona donde predomina una población de origen
purépecha. Contra lo que podría pensarse los habitantes
de este pueblo serrano se dedican fundamentalmente a las actividades artesanales,
industriales y comerciales. De ahí que no extrañe que la
historia de Baudelio esté ligada estrechamente con la actividad
industrial. Lo que si es peculiar es que haya podido realizar su actividad
al otro lado de la frontera.
Su
arribo a Estados Unidos tuvo que ver con una situación económica
desesperada, intentó por varios medios de salir adelante y sólo
logró endeudarse más. La única alternativa era
ir al Norte y hacia allá se dirigió. Entró en una
fábrica de confección y allí aprendió el
oficio, luego llegó a ser mayordomo y finalmente patrón
en su propio negocio.
Baudelio
acostumbra a dar trabajo a sus paisanos y les da la oportunidad de que
se enseñen y practiquen el oficio, aunque luego lo abandonen,
no le agradezcan sus esfuerzos y olviden sus consejos.
Sus
paisanos no lo quieren, en parte por envidia, pero también porque
Baudelio es otro. La diferencia entre ser patrón y trabajador
implica una distancia de clases que resulta insalvable a pesar de la
amistad o el paisanaje.
De
hecho se da un proceso intenso de transformación entre los migrantes
que logran instalarse con éxito en Estados Unidos. El cambio
implica una nueva de actitud ante la vida y el futuro, que en el caso
de Baudelio se resume en: dedicación, ahorro, abstinencia y "saber
trabajar al país".
*
Entrevista realizada por Héctor Hernández en el Valle
de San Fernando California, en 1992.
Me vine a Estados
Unidos, en 1963, por problemas de dinero, era agente viajero y, por
eso, siempre me ha gustado no depender de nadie, por eso me animé y
me vine, sin ninguna mira, nomás así al aventón.
Cuando llegué
a Tijuana me acordé que allí había tenido una amiga
que ahora estaba en los Angeles; la conocí en las veces que me
di mis vueltas para vender ropa, me dio su domicilio, para cuando fuera
de vacaciones la visitara, ella es de Michoacán.
La última
vez que la vi no sabía todavía los problemas que traía
de dinero, por eso, cuando llegué a Tijuana y me encontré
su teléfono en mi cartera lo primero que hice fue hablarle a
Estados Unidos. Aceptó recibirme; me fui al domicilio que me
había dado, era de una barra, cuando llegué me dice:
- Fíjate
que me acabo de casar, te voy a presentar a mi esposo. Luego dice:
- ¿Dónde
llegaste, a qué hotel?
- No llegué
a ningún hotel.
- ¿Cómo
voy a creer que no hayas llegado a un hotel?, sí tú eres
de dinero.
- Pues sí,
pero se acabó el dinero.
Me invitó
a su casa, pero estaba muy pequeñita, nada más cabía
una camita.
- Tú
quédate en la cama, nosotros nos vamos a quedar en el carro.
- No, imposible.
Me quedé
en el carro; me acuerdo que cuando la conocí, allá por
el 62, nunca le decía:
- ¿Sabes
qué Catalina?, estoy mal, ando mal con mi negocio.
Por eso,
cuando llegué y le hablé para decirle que me iba a venir,
nada más pensó que venía de vacaciones, pero le
dije:
- ¿Sabes
que?, yo me vine a trabajar.
No podía
creerlo, me dijo que estaba muy duro, me llevó a su casa, fue
batalloso para mi dar tantas molestias; no tenía trabajo y ella
trató de acomodarme en algún lugar, duré un mes
sin trabajar, para comer ella me ayudaba, también me la pasaba
en el barrio de San Fernando, ahí hay unos restaurantes, me tomaba
un café, me disparaban cigarros, hasta le pedía ayuda
a la gente que andaba en la calle, a veces me daban una cora, un dólar,
eso fue el 14 de enero de 1973.
En México
yo era panadero, mi familia vendía manta bordada, por eso empecé
a vender ropa, en la casa lo hacían mi mamá y mis hermanas,
empecé a vender en la capital, Acapulco y Tijuana.
Iba a México
porque ahí tenía un hermano, a Tijuana porque sabía
de algunos conocidos que les había ido bien, de ahí me
agarré Nuevo Laredo, Guadalajara, Acapulco, Cuernavaca, Chilpancingo,
Tijuana y Monterrey, eran las ciudades donde vendía.
Antes de
dedicarme a eso tenía una tienda de abarrotes en el pueblo, pero
no estaba dando ganancias; me puse en la venta de telas pero tampoco
estaba dando, así que no pude pagar una deuda de 40 000 pesos,
fue cuando le propuse a mi esposa la idea de venirme al norte, no estaba
de acuerdo porque no conocía a nadie, además de que no
había nadie de Ayala, porque el primerito que llegó aquí
fui yo.
Empecé
a trabajar el 18 de febrero del 73; Catalina, así se llamaba
mi amiga, me presentó con la señora Marilú, ella
es de Tuxpan, Jalisco; cuando me vio me preguntó si sabía
cocer, le dije que no, me hicieron una prueba, como no había
máquinas desocupadas me encargó la limpieza y el acabado
de las blusas. La primera semana me pago 40 dólares, así
fue como empecé a trabajar, a los 6 meses ya era mayordomo.
La patrona
me tenía mucha confianza, además de que me relacioné
mucho con ella, a donde quiera que iba me llevaba y me invitaba; a veces
llegaron a pensar de más, pero entre mi patrona y yo solo había
pura amistad muy limpia, me ayudaba mucho, pero solo eso.
El primer
problema que tuve con ella fue en el 81, en esa ocasión se había
ido a México y, como yo era el manager general, tuvimos un error
con un short que nos mandó hacer una compañía,
eran 3200, cuando ella regresó le dije:
- Marilú,
nos salieron 30 shorts malos.
Me pregunto
quién los había hecho.
- Lalo, mi
hermano.
Empezó
a gritarle.
- ¿Sabe
que señora?, usted no puede gritarle a Lalo porque yo le dije
como los hiciera, si salió mal fue porque no le dije bien, yo
soy el responsable, al único que le puede decir algo es a mí.
- También
para ti tengo, vente.
Fuimos a
la oficina, me dijo.
- Mira Luis,
tú sabes ser gente, tienes experiencia, eres muy buen trabajador,
para ti es muy fácil buscar trabajo en otro lado, está
una puerta aquí, otra allá, escoge, puedes irte.
- Okey.
Pero como
toda la gente estaba acostumbrada a trabajar conmigo, empezaron a renegar,
cuando me iba a ir todos decían que no me fuera, nomás
mis hermanos decían que sí, sólo les dije:
- Lo voy
a pensar.
Aunque me
hubiera corrido sabía que estaba nerviosa, fui a la casa y le
hablé:
- Oye Marilú,
para mí era muy duro, pero sin embargo tú eres la dueña,
muchas gracias, de todos modos, por todo lo que me enseñé,
por todo lo que sé, gracias.
Ella fue
otro día y me dice:
- Luis, necesito
que vayas a trabajar, porque tú sabes la movida del trabajo.
- Okey.
Volvimos
a trabajar, pero ya no estábamos a gusto ni mis hermanos ni yo.
En el 82
Lalo nos propuso la idea de poner un negocio, él y yo teníamos
ahorrados 10000 dólares, Nacho no tenía dinero; pero lo
mas importante no era el dinero, sino conocer a dueños de compañías
o managers, que son los que dan trabajo, también buscar quién
te venda las máquinas. Por ahí había algunas personas
que me tenían confianza, los había conocido por medio
de Marilú.
Fui a Los
Angeles, para hablar con mi amigo Juan García, a ver sí
me vendía unas maquinas. Le dije :
- Quiero
poner un negocio, tú me vas a ayudar porque tienes todo lo que
se necesita, si me tienes confianza y crees que lo puedo trabajar tú
me vas a decir.
- Okey
Me dijo,
luego me pregunto.
- ¿Cuanto
tienes de dinero?
- 30 000
dólares.
- Pues con
eso vas y sacas la licencia, compras la aseguranza, agarras el lugar,
porque hacer un negocio significa muchos papeles y hay que tener todo
en regla, todo derecho; hice todo eso, me quedaron 6000 dólares
y con eso me lleve 15 máquinas, así empezamos, al año
teníamos 40. A la fábrica le pusimos Londres Spowers.
En el 84,
a los dos años de trabajo, empezó a haber menos utilidades,
no sabía por qué, si lo estábamos haciendo bien,
a veces nos ajustaba para pagar a la gente, pero muy a fuerza, pensé
que ya no le trabajábamos parejo, y como a mí me interesaba
hacer cada día más, porque sentía que me estaba
haciendo grande, para haber comenzado con poquito y en un año
hacerte grande, se siente bien, sentía ganas de hacer más,
de seguirle.
A mi hermano
Nacho, el más chico, no lo iba a dejar porque me ayudaba mucho,
así que pensamos en otro sistema de trabajo, para entonces ya
éramos cuatro socios, la esposa de Lalo se metió con nosotros
por un préstamo que nos hizo; decidimos separarnos, me fui con
Nacho, Lalo se quedó con María su esposa, nos fuimos a
Sylmar, duramos un año, nos llevamos cuarenta máquinas
entre los dos. Le pusimos a nuestra fábrica Habiles Stowers.
Lo que pasó
después fue que Lalo compró mas máquinas, como
ya no cabía en el lugar que rentaba se cambio a un lugar grande,
pero la renta era alta y no alcanzaba solo, además había
bastante lugar para poner las máquinas de nosotros, nos invita
a irnos con él a trabajar toda la fábrica junta, nos convenía,
porque también estábamos apretados, nos volvimos a juntar,
pero ya no fue un tipo de sociedad de maquinaria porque en cualquier
momento nosotros podíamos hacernos de más máquinas
y agarrar otro lugar, cuando nos juntamos era una fábrica muy
grande, se llamaba High Tai, había 80 máquinas trabajando
y como 50% de trabajadores de Ayala, llegamos a tener más de
100 operadores, todo el 85 se trabajó con el nombre de High Tai.
Pero después de un año otra vez vinieron los problemas,
no salía lo suficiente, además en ese año se vino
mi esposa, le dije a Lalo:
- De hoy
en adelante necesito un sueldo seguro, porque mi esposa está
aquí y así como estamos siento que no la voy a hacer.
Para entonces
teníamos 80 máquinas; me salí y se quedaron mis
dos hermanos juntos. Me fui con un amigo salvadoreño que tenía
fábrica en un lugar amplio, cuando empezaron los problemas me
dijo que si quería él me podía rentar la mitad
de su fábrica, fue así como empecé mi negocio yo
sólito, en el mismo año Nacho se separó de Lalo.
A mi compañía
la llamé "Los Angeles Fashions" , con el tiempo compré
máquinas y se hicieron 35, mi fábrica estaba en el 1314
de San Diego, duró dos años con ese nombre y lo cambié
por el de Santa Clara de California; lo cambié porque nació
mi hija, como así se llama, le puse ese nombre para que mi hija
fuera ya algo en el negocio, quería que asomara en la fábrica.
En 1990 me
fui a México, aunque dejé al mayordomo encargado, me fui
en julio y regresé en septiembre, cuando llegué, mi negocio
se empezó a ir para abajo, nunca entendí por qué;
mis hermanos tenían mucho trabajo, yo era el único que
no tenía, trataron de ayudarme pasándome trabajo, aún
así todo se fue para abajo, entre más y más lo
quería enderezar más para abajo se iba, hasta les dije
a mis hijos que era por demás estar batallando, cerramos en diciembre
de ese año, todas mis máquinas, que ya eran 36, me las
llevé a mi casa.
En esos días
mi hermano Nacho se enfermó de gravedad y tuvimos que traerlo
a México, como ya no pudo atender su negocio me quedé
un tiempo en su lugar, como mi negocio estaba cerrado, no me quedó
otra que quedarme con el de él; ahora me estoy trayendo mis cosas
a la fábrica de él, todas las máquinas son mías
ahorita, pero eran de él. Cuando cerré pensaba dedicarme
a lo mismo, sólo quería descansar un tiempo, mi idea era
iniciar de nuevo, por eso no vendí mis máquinas.
De Ayala
ahorita tengo muy poquita gente, serán 17 por todos, hubo un
momento en que todos los trabajadores eran de ahí, fue en el
88, 89, eran unos 40, 45; en ese tiempo, también con mis hermanos,
tenían gente del pueblo, ahorita está bajo, tengo 40 empleados.
El año pasado estuvo bien, tenía sobre de unos 35 a 40,
Nacho 60, 65, y Lalo 60 o 70, pero ya no era puro de Ayala.
Cuando empezamos
el negocio a los 3 meses ya había 20 ó 30 personas del
pueblo, antes de eso había 6 personas del pueblo: Juan, mi sobrino,
mis dos hermanos y Jesús, estaba en Los Angeles y me lo traje
para acá. Estaban otros dos muchachos, se vinieron por medio
de Antonio Pineda, también de Ayala, el tenía un negocio
aquí, se dedicaba a arreglar los techos de las casas, por ahí
se decía que no trataba muy bien a la gente aunque fueran del
pueblo, ya se regresó a Ayala. Martín, mi sobrino, les
avisó a sus hermanos y se vinieron: Custodio, Silviano y después
otros dos chamaquitos.
También
hay unos del pueblo, pero están en Huntington, nos vinimos casi
por la misma fecha, sabía que estaban acá pero nunca hubo
ninguna comunicación, ellos se dieron cuenta y consiguieron mi
teléfono, no sé como, fueron las primeras personas que
me hablaron del pueblo, me acuerdo que cuando me llamó me dijo:
- Mira, nos
vemos en tal parte, en Los Angeles.
Me puso una
cita, fui porque tenía tiempo que no hablaba con nadie de allá
y me interesó mucho; de ahí empezamos a visitarnos cada
8, 15 días, a veces yo iba, otras, ellos venían, así
empezamos a relacionarnos, ellos trabajaban en una compañía
de barcos.
Yo siempre
he tratado de ayudar a la gente, no me importan los problemas que tenga
con el gobierno, pero estoy siempre así, ayudando y violando
la ley, me arriesgo, gracias a Dios no me ha pasado nada, nos ha llegado
incluso orden de migración de no agarrar indocumentados, sin
embargo lo sigo haciendo, no les pregunto si traen papeles o no; una
vez fue una gente de migración y me advirtió, eso fue
hace dos años, nunca más me han vuelto a molestar, aún
sabiendo que corro el riesgo de pagar una multa muy grande por tener
ilegales de todos modos lo hago, ¿por qué?, porque quiero
seguir ayudando a la gente, nunca se me ha quitado, así como
me ven no parezco patrón, me han dicho:
- Tú
en realidad para patrón no la haces, porque tú deberías
de andar de otro modo, deberías de traer un buen carro.
Tengo un
buen carro, pero no lo manejo, lo tengo en la casa, no me gusta ser
presumido o sentirme más, siempre he sido así, me han
dicho:
- Tienes
que cambiar.
Pero no puedo.
He ayudado
a mucha gente, entre parientes y amigos, calculo algunos 15, les mando
coyote, les presto dinero, algunos me pagan, otros no.
Antes tenía
la costumbre de invitar gente del pueblo, pero desde una vez que se
vino conmigo un compadre que nunca me dijo que había abandonado
a su mujer; además, el día que me enteré me echaron
a mí la culpa de haberlo convencido, su familia estaba molesta
conmigo, desde entonces no le digo a nadie que se venga, sólo
les digo:
- Cuando
ustedes se quieran ir, vayanse, aquí está mi número
de teléfono, me hablan, si yo puedo ayudarles, les ayudo, si
no, ustedes sabrán, pero eso es lo que yo puedo hacer.
Ya no invito
a nadie del pueblo que se venga conmigo, Dios no lo quiera, les llega
a pasar alguna cosa, no se pueden acomodar; porque yo digo una cosa,
este país es muy malo si tú lo tratas mal, pero si te
portas bien este país es bueno; cuando se vienen de allá
vienen porque están económicamente mal, llega uno con
ilusiones de hacer muchas cosas, se dice que este país es muy
bueno, que acá se gana mucho, sí se gana mucho dinero,
pero hay que trabajar y portarse bien.
Cuando una
persona se viene de allá trae la cabeza con ilusiones, de qué:
yo voy a hacer esto, voy a hacer lo otro, llegan aquí y empiezan
a agarrar amigos, de los mismos del pueblo, que les invitan cerveza
y lo agarran de cada 8 días, y se olvidaron de las ilusiones
que traían porque no ganan lo suficiente para sostenerse.
Y por cierto,
toda la gente que está aquí está por mí,
porque yo fui el primeritito que llegué a San Fernando y el primero
que pudo acomodarlos a trabajar, el primero que los pudo sostener un
tiempo mientras se relacionaban con más gente, así fue
como se empezaron a venir muchos, llegaban a mi casa, inclusive ahí
dormían, les daba de comer, les prestaba dinero, les compraba
hasta ropa, les enseñé a coser, ya cuando aprendían
se iban a otros lugares a dar utilidades.
Pero eso
no es todo, también les ayudé a conseguir casa a todos
los que están con sus familia acá, serán alrededor
de unos 15 o 20, además les ayudé a conseguir documentos;
fue allá en el 89, cuando la amnistía, ayudé como
a unas 50 personas, nada más se trataba de que el patrón
diera una carta y la firmara, le daban lo de la amnistía, se
legalizaron bastantes, también les conseguía cartas de
campo con amigos; en Santa Ana hay personas que ayudé y nunca
trabajaron para mí, yo solo le hacía saber al gobierno
que ellos trabajaron conmigo desde el 82.
Aunque voy
a decir una cosa, toda la gente, hasta mis sobrinos, no distingo a nadie,
toda la gente, al final se ha portado muy mal conmigo. Llegan mal, los
ayudo, se componen, están bien y se van a otro lado a trabajar,
a relacionarse con otros, pero como no soy de las personas que guardan
siempre rencor les vuelvo a dar trabajo, se quedan una semana o dos
y se van, luego vuelven y así. Eso nadie me lo a podido quitar,
ni mi esposa ni mis hijos.
A mí
nunca me preocupo arreglar mis papeles, ¿para qué?, si
de todos modos estoy en el país sin ellos, mi esposa era la que
mas exigía que me legalizara. Me ayudó una amiga de la
familia, ella era colombiana, fue la misma que arregló los papeles
de muchos del pueblo, a todos los mandé con ella, se llama Emma
Chacón, en el 89 me hizo firmarlos sin saber que tipo de documentos
eran, así fue como arreglé. Antes de arreglarlos la migra
sólo me sacó dos veces, la primera, de mí fábrica,
en el 74, la segunda, de la esquina de la casa.
Desde que
tengo mi negocio casi no convivo con nadie, solo con mi esposa, mis
hijos, de vez en cuando con mi hermano Lalo, a veces con los mismos
empleados, antes de que llegara mi esposa con puros empleados, trabajadores,
pero ya como patrón es totalmente diferente, no puedes convivir
con ellos por la sencilla razón de que es totalmente diferente,
te sientes ya otra cosa, yo no lo demuestro, no quiero, ¿cómo
dijera?, sentirme más que ellos, pero la necesidad te hace hacerlo
a fuerzas. No me gusta convivir con ellos por varias razones, la principal
es que les gusta mucho tomar a la mayoría, sí ando con
ellos tengo que hacerlo y no puedo, porque para faltar un lunes es muy
difícil, por eso no me gusta convivir con ellos, claro que antes
hacía lo mismo que ellos, pero ahora es diferente; me resulta
difícil hacer vida social por la sencilla razón de que
cuando me hice patrón la responsabilidad no me deja, es muy difícil
que quede mal, porque a mí no me interesan las fiestas, me interesa
el trabajo, si hay que ir a una fiesta no voy si tengo que hacer una
muestra, si tengo que adelantar un trabajo, que alguien no lo pueda
hacer, yo me tengo que venir a trabajar, otra cosa, que se siente muy
bonito tener una familia que te respete, ese es mi caso, yo tengo hijos
grandes, en este país es muy difícil tener hijos así
como tengo a los míos, los míos no están en la
escuela, pero no me llegan borrachos, conviven conmigo en la casa, nos
la llevamos muy bien, todo eso porque siempre me he hecho respetar.
Cuando fui
patrón dejé de tomar, sí tomo, pero allá
cada dos o tres meses me echo una, pero como lo hacía antes no,
es por mis hijos que están grandes y tengo que darme a respetar,
he cambiado totalmente a como era antes, no me forzaron sino que salió
de mí, a veces me pasa que amigos que andábamos en lo
mismo, tomando y todo eso, me dicen:
- ¡Cómo
voy a creer que tú te hayas calmado!
Yo les digo:
- Es que
tienes que hacerlo, porque entonces cual es el respeto de los hijos,
si de aquí, mañana o pasado, tienes un problema con tus
hijos como les vas a reprochar nada, porque andas peor o igual que ellos.
Yo he dado
muchos consejos, le digo a la gente que recién llega cómo
hay que trabajar, cómo hay que sostenerse, cómo hay que
tratar de guardar el dinero; este país es bueno pero hay que
saber trabajar el país, hay muchos que se vienen de allá
y quieren seguir en lo mismo: en la pobreza, aquí, si por ejemplo,
llega una persona, le digo:
- No sabes
coser, no sabes hacer nada, te voy a pagar 100 dólares por la
primer semana, aquí no hay horas, no hay que ya trabajaste mucho,
pero entonces tú te vas enseñando, todo depende de ti,
si te enseñas rápido, okey, si en dos semanas tú
ya sabes, te pago igual que a los demás, tienes que agarrar tu
tarjeta, ponchar tu tarjeta y depende de las horas que metas es lo que
se te paga, si sigues igual, pues todo el tiempo no vas a salir de los
100 dólares.
Recuerdo
ahora a don Fran, Fancisco Ana Lucas, él ha tenido problemas
porque tiene otra mujer, le decimos don Fran, todo el tiempo ha trabajado
con nosotros, ahorita ya no está; por cierto, de nosotros han
hablado mucho pero nada casi en concreto, lo hacen por desquitarse,
pero como decía, él, que está su familia allá,
tiene que mandar dinero, porque tienen que comer, y sí tiene
aquí a otra, entonces no puede hacerlo porque no puede con las
dos, ahora que estuve en México me los encontré a el y
a Nacho, entonces llegué al pueblo y me dijeron:
- ¡Que
ustedes tienen tanto tiempo que no pagan!
Mi mamá
se preocupa mucho, ella, gracias a Dios, tiene dinero, nosotros también,
si me queda algo de dinero lo mando, dice mi mamá:
- Fíjate
que acá dicen que no pagan, que tienen tres meses que no pagan
a la gente, que don Fran por eso se vino.
- Eso está
muy mal - le digo -, porque si ya tiene 3 meses que no le pagan y aquí
están los patrones, debería de venir a cobrar aquí,
para que anda diciendo a la gente que no le pagamos.
Hay mucha
gente que habla así: no mando dinero porque no he trabajado,
¡mentira!, aquí no se puede trabajar si no se paga, es
muy difícil.
Nosotros
pagamos a veces con cheque personal, a veces en efectivo; le hacemos
de este modo, sí por ejemplo, tú ganas el mínimo,
que son 170 dólares por semana, de estos tienes que hacer un
reporte al gobierno, entonces nosotros estamos haciendo un reporte por
ley, teniendo una tarjeta ponchada y teniendo al empleado, eso es lo
de ley for comision, tienen agentes, si miran 30 personas y tengo 10
tarjetas, me cobran 100 dólares por cada tarjeta que falta, es
una multa, vienen unas dos o tres veces por año, no les pido
tarjeta de migración a los que vienen a trabajar conmigo, porque
no me siento pedir una tarjeta cuando no la tienen, cuando acaban de
llegar, máximo cuando son del pueblo, entonces para que les voy
a pedir si se que no las tienen, yo al gobierno le hago aparecer que
trabajamos 40 horas y les estoy pagando el mínimo, si ganan más
del mínimo les pago un cheque personal o les pago en efectivo,
lo hacemos así para que no nos quiten más impuestos, así
es como he trabajado con gente del pueblo y gente de otro lado, le hacemos
así porque ayuda a ambos.
Claro que
esto a veces te trae problemas, como aquí cualquier persona te
puede amenazar diciéndote que te va a reportar, pero para hacerlo
se necesitan muchas cosas, en primer lugar necesitan hacer una investigación
a ver si es cierto lo que estas reportando, me han llegado a amenazar
pero tengo conexiones con abogados, y el contador me platica mucho,
me pone muchas cosas en conocimiento, es como te vas dando cuenta de
cómo el país trabaja, que es lo que tienes que hacer,
que es más importante y con que es con lo que puedes contar,
me acuerdo que cuando vine por primera vez, a la persona que yo le debía
esos 40000 pesos me dijo:
- Necesito
que me pagues, si no lo haces te voy a reportar.
Nunca lo
hizo, no se puede.
Lo que si
tuve fue una demanda por una persona del pueblo, en el 87, 88, estuvimos
un poco bajos de trabajo, y por dos semanas no se le pagó a la
gente, esa persona se salió a las dos semanas, dijo:
- Yo no puedo
aguantar.
Le dije.
- Espérame
una semana más porque no puedo pagarte, me van a mandar el cheque.
El problema
era que quería cobrarme de mas, casi el doble de lo que le debía,
afortunadamente llevaba libros de control, esas libretas las guardo
2 ó 3 años, para aclarar problemas que pueda haber.
- Aquí
tengo con que comprobarte que sí te he pagado, tengo la libreta
donde se hace la cuenta, tengo los talones de los cheques, no hay por
qué hacer trampas, aquí te compruebo lo que te debo, 430
dólares.
- Son 1300
dólares los que me debes.
- Hazle como
quieras, no voy a pagarte lo que tú me digas.
Fue y me
puso la demanda, me llamaron, tuve que ir a la corte. Gané, ha
sido el único problema que he tenido, eso me hizo sentir muy
mal, porque no debería de haberlo hecho cuando fue una de las
personas que ayude al principio cuando llegó, ya después
me platicaron que hizo lo mismo en Uruapan, seguro pensó que
aquí lo iba poder hacer igual.
La gente
de Ayala ya no me busca en San Fernando, están relacionados ya
con otras compañías; tengo más gente de Ayala que
acaba de llegar, vienen aquí porque en otro lado no los enseñan,
aquí es el único lugar donde eso se hace, ahorita ya tiene
tiempecito que no ha llegado gente nueva, ahorita tengo casi puro joven
y muchas mujeres.
De mis hermanos
solo al mas chico no ayude, pero a Pedro y al otro los ayudé
bastante, ellos si supieron aprovechar, compraron un hotel, creo que
es de Pedro y todo eso que han hecho lo han hecho de acá, porque
antes eran pobres, trabajaban conmigo, les ha ido bien porque ya hasta
tienda tienen, pienso que todos deberían estar igual, pero hay
unos que están peor que allá y es porque ganan 200 y gastan
300.
Cuando puse
mi negocio en una semana se hizo todo el trámite, a las dos semanas
tenía todo el personal y a las tres ya estaba trabajando por
mi cuenta, mi patrona no lo podía creer, incluso quiso ser mi
socia pero me negué, yo siento que he sido todo lo contrario
de ella, porque viene alguien y así yo les platico:
- Miren,
hagan esto, traten de hacerlo, no se emborrachen, porque por ejemplo,
ganan 200, gastan 150, o gasten 100 y guarden 100, manden 100 para México
porque allá es donde se aprovecha lo que están haciendo
acá, si ganas 200 y te quieres gastar 300 pues no sales de lo
mismo.
Siempre he
aconsejado a la gente por ese lado, porque yo se que se les saca provecho,
por eso he cambiado, hasta cuando íbamos a cantinas tomaba pura
soda, mis amigos me decían que como era posible que a mi que
tanto me gusta el ambiente tomara puro refresco, en el 81 fue uno de
mis propósitos, además de ahorrar, pues mi objetivo era
retacharme a México y construir una casa.
Pero esto
no fue siempre así, porque al principio le mandaba poco dinero
a mi esposa y esto porque mi patrona Marilú me hacía a
fuerzas ahorrar, no me pagaba sino que metía mi sueldo en tandas
y se lo mandaba a mi esposa Berta, nunca llegué a molestarme
por eso, le mandé dos o tres, pero decidí entonces ahorrar
por mi cuenta y le dije a Marilú que me diera mi salario para
meterlo al banco, que ya no desconfiara de mi, pues ya no iba a tomar
de más, fue así como empecé, de ahí me di
cuenta que es muy bonito ahorrar, además cualquiera lo puede
hacer, todos trabajamos, todos llegan igual como llegué yo, así
que por qué no todos hacen lo mismo que yo, si es fácil,
y es lo que yo digo: cualquiera la puede hacer.
|