El trabajo lo tengo en mis manos*

Doña Audelia es originaria del poblado de Loja en la costa de Nayarit. Su vida se ligó desde muy temprano al trabajo. De oficio costurera, conoció muy pronto los sinsabores de montar un negocio propio y fracasar. Peor aún, de quedar endeudada.

Y allí se presentó la oportunidad de ir al Norte, era la única válida, la única vía probada donde se podía ganar dinero con el trabajo manual. En 1985 llegó a San José California, al Valle del Silicón y se integró rápidamente al mercado de trabajo que ofrece la economía citadina norteamericana a las mujeres mexicanas: la costura, las empacadoras, conocidas popularmente como "canerías" y la industria electrónica.

Para ella la vida diaria en el norte llegó a ser desquiciante, por cualquier motivo se llegaba a la exageración.

Mientras que en México la vida es más llevadera, a pesar del polvo y la miseria. Para ella la verdadera diferencia entre México y Estados Unidos radica en las alternativas de trabajo, en la posibilidad de combinar uno o dos empleos, en que se puede sacarle alguna ventaja al modelo económico y a ciertas prestaciones. El sistema requiere de brazos y ella está allí, con las manos listas, las rutinas aprendidas y el cuerpo impuesto al trabajo. Mientras haya fuerzas...

* Entrevista realizada por Víctor Espinosa en agosto de 1992 en la población de San José, California.


Cuando salí de mi pueblo no fue por necesidad, sino por seguir a mi marido, él se vino por tres meses a Ensenada, en el año de 1959 teníamos una bodega de plátanos, duramos dos años y nos fuimos a Mexicali en 1961, al llegar hicimos lo mismo: vender fruta por mayoreo, solo duramos con el negocio un año nada más, después nos regresamos a Loja.

Cuando estaba en Loja, hace 20 años, en el 76, ganaba bien, solo que tuve un problema, compré un negocio de sastrería, en el cual tenía 4 empleados, más el dueño anterior. Funcionaba bastante bien, pero no sabía que estaba endeudado, como el dueño se quedó a trabajar conmigo, le llegó un embargo y se llevaron todo, no solo lo que le había comprado, sino también mi máquina y quedé completamente en cero, no pude hacer nada porque todavía no se había realizado el traspaso. Ahí empezó el problema económico, yo sola no podía mantener a toda mi familia y, además, estudiando todos, porque, aunque sea poquito, todos estudiaron.

Todo me quitaron, aunque fui a reclamar solo me dijeron:

- Usted no figura en ningún momento.

Le expliqué porque no tenía aún documentos, además conseguí las facturas y todos los papeles, pero ni así me entregó nada el gobierno.

Pero como mi trabajo lo tengo en mis manos, de todas maneras tenía crédito, volví a comprar máquinas y volví a poner la sastrería, pero surgió otro problema, empezó el gobierno con eso de que teníamos que regularizarnos y ya tenía que pagar cierta cantidad, entonces llegó una declaración donde me cobraban igual como a los que tenían una tienda grande, fue donde ya no aguanté y le dije al que venía del gobierno:

- Bueno ¿por qué no se conforman con que soy una mujer sola? no le estoy dando ninguna molestia al Gobierno porque jamás les pido nada, ustedes me están sacando cuenta de lo que gana cada empleado, pero no les importa lo que gasto y si completo a pagar, si no alcanzo tengo que conseguir, con todo lo que debo y todo lo que gano, además estoy sola y mis ingresos nada mas de ahí vienen, y luego todos los hijos que tengo en la escuela, no es justo, en todo caso voy a quitar este negocio y voy a ganar lo mismo y no voy a pagar impuestos.

De ahí empezó una serie de prestamentitos por aquí y por allá, para seguirle, fue un círculo vicioso, porque nunca salí de ellos, fue por eso que me vine al norte, pues ya estaba enfadada de hacer favores; entonces nomás tenía dos personas que les debía y no era mucho, pero para mí sí se me hacía, hace seis años deber un millón de pesos era mucho, nomás estaba trabajando para los puros intereses; esa vez a los que les debía claramente les dije:

- Me voy a vivir a Estados Unidos para salir de mis compromisos, porque si no, nunca lo voy a hacer.

Hasta eso que si me tuvieron confianza, de toda mi familia yo era la primera que se iba para allá, me fui en el 85 la primera vez, y regresé ese mismo año, en marzo.

Cuando recién llegué me ayudaron unas amigas de mi pueblo que había visto una vez que fueron de visita, allá les había dicho:

- ¿Saben qué? voy a ir a Estados Unidos y quiero preguntarles si me van a poder recibir en su casa, no quiero causar problemas con la familia, quiero vivir nomás mientras me acomodo.

Como tenía sus teléfonos les hablé del aeropuerto cuando llegué y, fueron por mí. Cuando me vieron lo primero que me preguntaron era si ya había ido alguna vez, y no, esa era la primera, luego me dicen que si no estaba nerviosa:

- No ¡qué voy a estar nerviosa!

Fueron ellas las que me consiguieron el trabajo y me llevaron, fue en una casa de modas, como era costurera conseguí ese trabajo, quedaba en Okland, ahí fue donde empecé. Me pagaban cinco dólares la hora, a veces duraba hasta tres semanas sin poder cobrar, sin hacer cuentas y, cuando las hacía, la señora se enojaba, me quitaba horas, de ahí me empecé a dar cuenta que los mexicanos son los peores patrones, sí todos sufren mucho allá no me explico por qué son malos patrones, desgraciadamente, pienso, que no tienen capacidad de mando y, cuando llegan a tener, se les sube.

La casa de modas era mas o menos grande, tenía varias empleadas, yo era la que estaba a cargo de todas porque la señora no sabía corte, cuando me contrató me dijo que era bien lista, bien fregona para coser, de seguro lo dijo para darme a entender que ella mandaba, aunque no supiera nada; por eso digo que los mexicanos como patrones ¡cuidado!

Al principio vivía con la señora, cuando quería pagarme a cinco dólares la hora y que trabajara el tiempo que quisiera, como vivíamos en la misma casa me prestó un cuartito para dormir, no me cobraba nada, el problema era que la señora tenía sus momentos buenos y momentos malos, me imaginaba como que no estaba bien de la cabeza, a veces, cuando me dilataba o no llegaba temprano, enseguida iba a buscarme a ver como estaba, que si no me había pasado algo, hasta eso, tenía sus atenciones. Pero, cuando a fin de mes, hicimos cuentas, yo, confiada que tenía 500 ó 600 dólares, me salió nomás con 300, le pregunté por qué, me dijo que me iba a estar descontando 50 dólares porque me dejaba dormir. ¿Qué podía hacer? dije:

- Bueno, está bien.

Quedamos en que mientras viviera allí nada más iba a ganar 150 dólares a la semana y, justamente, tenía que ganar 250, así seguimos un tiempo, por fin, ya cansada de esa situación, me fui a rentar un departamento, con eso ya me pagaba más o menos, con lo que ganaba me alcanzaba para pagar la renta, pues me cobraban 350 dólares por mes.

Duré casi un año, mientras terminé de pagar todos mis compromisos, hasta el último cinco, después me regresé a México y estuve unos diez meses nada más, en esos días fue cuando sacaron la ley Simpson-Rodino, me enteré porque días antes estuvo tanto tiempo la publicidad y, me vine justo cuando ya mero se vencía el plazo para tramitar papeles, en el 87. En ese año me regresé y alcancé a meterlos, por cierto, esta ley no era para quitarle el trabajo a la gente, sino sólo para asustarnos, para pagarnos menos, todo salía en las noticias, en ese tiempo salía mucho en el periódico y en la televisión, me cuerdo que el presidente de Estados Unidos firmó la ley cuando estaba todavía aquí.

Me regresé porque quería ver a mi madre y a mis hijos, tenía un año sin verlos y no me acostumbraba, recuerdo que casi me ponía a hablar sola porque, de no ser el trabajo, no tenía otra distracción y éste me quedaba tan cerca, estaba a la vuelta del hotel donde me hospedaba. Lo único que hacía era ir del trabajo a la casa, a veces pensaba que me iba a quedar muda y me ponía a platicar sola ¿qué hacía si no tenía a nadie? porque de con mis amigas me había salido a los 15 días de que había llegado, a ellas no las frecuentaba, ellas vivían en San José, solo les hablaba por teléfono, un día le dije a mi amiga:

- ¿Sabes qué? ya me voy a ir, me das chanza de quedarme unos días a vivir en tu casa mientras me acomodo a trabajar.

Y me quedé a trabajar en una electrónica, antes de irme a México, fue cuando de nuevo viví otros poquitos días con ellas, trabajé diez meses esta vez, cuando regresé, de nuevo me quedé con ellas, son buenas personas, ayudan a la gente pero en ratos también se cansan, aún así han ayudado a muchas personas, ellas son también de Loja.

Cuando entré a la electrónica, en el 87, ganaba el mínimo, que eran 4.25 y, en ese mismo año, me acomodé también en canerías; este trabajo lo conseguí por medio de un señor que me rentaba la casa donde vivía, el ya tenía muchos años trabajando ahí, le pedí que cuando hubiera oportunidad me dijera y, no sólo me avisó, inclusive fue a recomendarme con toda la buena intención, pero aquí no valen las recomendaciones, aquí lo que importa es si llegas a tiempo a pedir trabajo.

Lo que hay que hacer, primero, para quedarte, es registrarte en la Unión de Canerías, ésta cobra 50 dólares cuando ya está uno trabajando y 17 mensuales, ahí trabajan puros mexicanos, casi el 90 por ciento, hay 2,500 empleados, eso lo sé porque hay 2,500 números, aquí no somos personas, somos números, aparte de los paisanos, uno ve en los cursos uno o dos negros, lo que hay mucho son portugueses y una que otra italiana; aquí no hay discriminación, lo que cuenta son los números, nomás que estés a las horas de tu break. En cuestión de trabajo lo que vale es hacerlo bien, yo veo que toda la gente se preocupa por eso, porque es un trabajo bueno, que vale la pena conservarlo, es rara aquella persona que no esté haciendo el trabajo como es, en este trabajo hay más mujeres que hombres.

Llevo tres años aquí, me pagan a nueve la hora, a la semana estamos trabajando los siete días, ocho horas diarias, pero se le quita media hora del lonche y, solo hay trabajo de julio a septiembre, mientras tanto, en lo que resta del año, sigo trabajando en electrónica, como sé mucho de eso ahí trabajo, me pagan 5.50, pero en canerías me pagan más, ¡ah, pero para ganar eso tuve que sufrirle dos años también! o sea que tiene uno que hacer cien días trabajados para poder ganar este sueldo, es mi primer año que gano esto, tuve suerte porque otras personas no lo llegan a hacer, el trabajo no es muy duro, por ejemplo, a mí me toca separar la fruta que está mala en las bandas, a mí me gustaría mucho hacer toda la corrida hasta que sale, porque ahorita nomás tengo una parte.

Mis piensos son venir a México sólo en la temporada, porque uno adquiere derechos, si duró diez años trabajando en la canería tengo derecho a pensión, llegando a los 85, 82 años, me puedo pensionar por el seguro social, por eso tengo que ver para cuando no pueda trabajar y, con lo que me manden, con eso voy a ajustar en México para mantenerme y sin tener que trabajar, porque en pesos mexicanos le rinden a uno más y, como ya no voy a poder comer mucho por los años que voy a tener, además quiero lograr tener mis papeles de residente, porque si yo hago eso de estar regresando a México y no estoy trabajando, me van a poner como residente ... no se cómo se llama, pero, teniendo mis papeles, ya no me los quitan, lo bueno es que ahorita como residente estoy aprobada.

El inglés es fundamental para el negocio de la costura, porque las mejores clientas son gringas, aquí trabajé en una casa de modas con una señora chilena, muy buena persona, que se fue de vacaciones a su país, duró dos meses y me dejó de responsable, me quedé con la condición de tener una intérprete y, como jamás vino, aún así le saqué su trabajo, si no sabe uno el inglés pues aprende, cuando trabajé en la electrónica nadie, de los jefes, hablaba español y, sin embargo, les entendía las órdenes, uno se enseña a casi adivinarles lo que le están diciendo y se va uno acostumbrando.

Me solicitaron mucho en el taller donde trabajé, porque todas las clientas siempre dieron buenas referencias de mí, que era muy trabajadora ¿quién sabe qué les contestaba? porque no les entendía nada, no seguí trabajando porque me fui a México, eso fue el año pasado, en el 88; cuando vine me dijo la dueña que me iba a esperar tanto tiempo y, como me dilate más, ya no me quiso contratar porque tenía otra empleada, pero que cuando se ofreciera me tomaría en cuenta, pero ya nunca volví por que me sentía enfadada, como el trabajo de la costura lo he hecho todo el tiempo ya tengo mis ideas y, esa señora sí sabía corte pero, como no pensábamos igual, no coincidíamos en nada, yo cortaba de un modo y ella de otro, yo pensaba que ella hacía las cosas complicadas y, ella pensaba lo mismo de mí, a mí me gusta que me manden cuando veo que las cosas están bien, pero cuando están complicadas, digo, porque complicarlas más, nomás porque dice la señora que estudió corte, además, siempre pensé que ésta señora se puso a coser a puro valor, de agarrar el vestido y medio forjarlo y medio terminarlo en el cuerpo, entonces ella cortaba y se entretenía mucho, o sea que lo que yo tenía que hacer más rápido me lo complicaba mucho, nomás por eso no me sentía gusto, por las ideas de ella, cuando se fue cosía a mi manera y las clientas quedaban muy contentas de como trabajaba, por eso pensé que no tenía caso regresar, por eso no le avise que había venido y, como ya tenía trabajo en canerías y en la electrónica, no me apuró mucho.

Me gustaría mucho poner mi negocio aquí pero, para eso, necesito a alguien que hable inglés, lo mas esencial sí lo entiendo, poquito sí lo hablo, el otro día quise sacar una cuenta en el banco y, lo primero que hice, fue buscar a alguien que hable español, la muchacha que me interpretó le empezó a decir lo que quería y ¡yo estaba entendiendo lo que estaba diciendo! lo que pasa nomás es que uno es flojo, porque debemos saber inglés y pedimos siempre en español, porque uno quiere que le estén facilitando la vida, al momento quiere uno la pura facilidad y, a causa de eso, no se enseña, además los trabajos los tiene uno en español, pero, si llegara el momento en que nadie le habla español, uno le haría la lucha y, como el inglés es tan expresivo, sí se entiende, es muy sencillo porque al momento que te están hablando te están haciendo señas.

Eso no ha sido la mayor dificultad para mí, a lo que más me ha costado acostumbrarme es a la presión, aquí te tienen traumado: que el trabajo, que el Gobierno; es una presión muy fuerte, por eso hay tanta gente loca, por eso pasan tantas cosas aquí. Allá en México, como quiera, arreglas tus problemas y aquí no, te amenazan con demanda y corte, Miguel, mi hijo, tiene problemas, le digo que se acople a vivir, que lo que le exijan cumplir siempre lo haga, porque de otra manera no vive uno bien y, él no quiere cumplir, hacer caso, lo ha detenido la policía por cosas sin chiste, le digo que, sí está uno viviendo en Estados Unidos, tiene que hacerse a la ley de aquí y, como que los mexicanos se resisten, por ejemplo, la música alta no la puedes tener, porque ya molestaste al vecino, que si estas discutiendo, otra gente que te oiga llama a la policía, aunque sea cosa que no les importe, hace días nos fuimos a un mandado y le dije a la muchacha que estaba conmigo:

- Prende esos frijoles, que hiervan bien, después les bajas, pero bien bajito, para que cuando vengamos ya estén bien cocidos y no se quemen.

Ella se atuvo a mí, y yo a ella, cuando llego ¡ya me tenían los vidrios rotos! ¡ya habían llamado a la policía y a los bomberos! de momento que llegué dije:

- ¿Que pasó, no se pudo haber quemado la casa?

¡Qué estaba en peligro de quemarse la casa! ¡cómo se iba a quemar la casa! se quemó la olla, se quemaron los frijoles, hizo humo y, como huelen feo, era simplemente la flamita de los frijoles, se gastó gas y lo que sea pero no hubiera llegado a quemarse la casa por ese motivo ¡pues ya me tenían reporte de que iba a ser incendio! me quebraron los vidrios, para poder entrar y, tenían toda la casa en desorden y, que en varias horas, no podíamos entrar. De una cosita así la hacen grande.

Una vez compramos un carro y me hablaron por teléfono, me dieron las señas del carro y les dije que ahí era, me dijeron que estaba involucrado en un accidente de tránsito, !ay¡ casi me moría, sí acababan de salir mis hijos, pero eso había pasado el cinco de noviembre, se esperaron hasta el día diez ¡un simple choquesito que le dio en un parqueadero! lo reportaron y, como los muchachos no dejaron un papelito (que nadie deja eso, porque no es cierto que lo dejan), qué porque no dejaron un papel con sus datos, qué para que se reportaran ¡nombre! ya tenían orden de aprehensión y no era un accidente fue un i n c i d e n t e, pero no accidente. Inmediatamente piensa uno que ya se mataron, sí, por ejemplo, cometes, por decirlo así, un golpecito al carro y no reportas nada, entonces ya están involucrando en un problema criminal, ya te lo exageraron en esa forma. Al principio no más oía la sirena y pensaba:

- ¡Ay! algo les pasó a mis hijos.

Ahora, ya más o menos, me estoy acostumbrando a eso, pero de todas maneras hay mucho peligro en la vida de aquí. Tranquilidad no hay, nadie la tiene porque ya te llegó el abono y ya no ajustaste, luego me llegan montón de revistas que no he pedido y ya me están cobrando por eso, digo ¿por qué me están mandando estas revistas si yo no las quiero? una vez me llego un papelito que decía:

- Que me comunique con ellos, que me acabo de ganar un millón de dólares y ...

- ¡No es cierto, son mentiras! una vez yo creí, ya casi me desmayaba, dije:

- ¡Ay Dios! ¿cómo es posible?

Pero ya sé qué no es cierto y, de todo eso que me llega, yo no he pedido nada, ya no hallo ni como deshacerme de eso, allá en mi pueblo es mas tranquilo todo, pero se acostumbra uno a vivir aquí en la comodidad, allá hay mucho polvo y menos trabajo para la gente.

De mis hijos, Sergio llegó en el 86, se vino a los quince años y mejor se regresó a estudiar, estuvo un año nada mas, fue el primero que se vino, cuando llegó me habló de los Angeles y me dijo:

- Mamá, estoy aquí, mándeme tres boletos porque estamos tres amigos. Es el chiquilín y, como rentaba en ese tiempo un departamentito, y aquí la gente viene y revisa, no puede haber nadie más, además de que era solo una recámara, en ese tiempo vivía en Santa Fé.

El otro de mis hijos es Rene, el trabaja en Nogales, es jefe de Ingeniería en General Instrument, tiene viviendo allí hará diez o doce años; al mayor no le gustó aquí, además de que tiene cuatro hijos, no quiso dejar a la familia.

Mario tiene año y medio que llegó, Hector hace tres, también trabajó en la compañía electrónica donde trabaja Sergio, la fábrica queda en San José. Miguel llegó poco después que Hector, pero en el mismo año.

Alicia y Marta también están aquí, llegaron el año pasado y no trabajan, Berta llegó éste año con mi mamá Josefina, ella es de l917 y es viuda, es de Tunguragua Nayarit, fue la que me ayudó con mis hijos las veces que me vine a trabajar al norte.

Alicia ya esta casada y tiene un bebé, viven conmigo nomás mi mamá y Berta, pero ¡hay que ver como se sufre para llegar a esto! por eso digo que es bien noble la costura, porque uno puede estar al pendiente de los hijos y trabajar al mismo tiempo. Creo que ninguno me salió vago porque no tenía que dejarlos solos, pienso que eso influyó (no es por alabar), pero, cualquier persona lo puede decir, por ejemplo, las personas que me conocen me han felicitado porque los he sacado adelante, no son perfectos pero, entre tanto muchacho ninguno me salió desmadrozo. Trabajan, estudian, son buenos muchachos.